segunda-feira, 10 de julho de 2023

UNA MIRADA COMPARATIVA: FASCISMO CLÁSICO, NEOFASCISMO Y EL FENÓMENO DE BOLSONARO EN BRASIL

UNA MIRADA COMPARATIVA: FASCISMO CLÁSICO,

NEOFASCISMO Y EL FENÓMENO DE BOLSONARO EN BRASIL

Ahmed H. Chansedine    

            

Introducción


Siendo el fascismo es un fenómeno político que han dejado una profunda huella en la historia mundial. Estos movimientos reaccionarios de masas han surgido en diferentes momentos y contextos, pero comparten ciertas características ideológicas y sociales. En este ensayo, nos centraremos en la comparación entre el fascismo clásico, el neofascismo y el movimiento neofascista brasileño liderado por Jair Bolsonaro.

Y que la inestabilidad política en Brasil, que inicio con un grupo político tomando dos acciones legales buscando invalidar los resultados de las elecciones, atravesó varias etapas y llevó al país, en octubre de 2018, a un gobierno dominado por un colectivo político neofascista. La primera cuestión que surge de esta declaración es entender por qué  clasificar el bolsonarismo como una ramificación del fascismo. Para eso entendemos que por un lado el fascismo clásico, surgido en el siglo XX en países centrales como Italia y Alemania, fue un movimiento que se caracterizó por su carácter reaccionario y su objetivo de combatir el movimiento obrero socialista y comunista.

Conformado principalmente por la pequeña burguesía, el fascismo clásico promovía una crítica conservadora hacia la economía capitalista y la política parlamentaria. A medida que se afianzaba en el poder, el fascismo clásico fue cooptado por el gran capital, generando una alianza entre la burguesía y el régimen fascista. Por otro lado, el neofascismo ha surgido en el siglo XXI como una versión contemporánea y adaptada del fascismo clásico. Aunque guarda similitudes con su predecesor en términos de ideología reaccionaria y carácter de movimiento de masas, el neofascismo se ha desarrollado en un contexto social y político distinto. En particular, nos enfocaremos en el neofascismo brasileño encabezado por Jair Bolsonaro, quien ha ganado popularidad y llegó al poder como presidente de Brasil.

El movimiento neofascista en Brasil, representado por Bolsonaro, ha sido conformado mayormente por la alta clase media y se ha caracterizado por su crítica conservadora hacia el movimiento democrático y popular. A diferencia del fascismo clásico, en Brasil no existe un movimiento socialista y comunista de masas, lo que ha llevado a que el neofascismo brasileño se enfoque en la lucha contra la corrupción y en una visión autoritaria de la política. Además, este movimiento ha sido influenciado por una fracción de la burguesía brasileña.

A lo largo de este trabajo, exploraremos las similitudes y diferencias entre el fascismo clásico, el neofascismo y el movimiento neofascista brasileño liderado por Bolsonaro. Analizaremos sus características ideológicas, su base social, su relación con el poder económico y su impacto en la sociedad brasileña. Mediante esta comparación, buscaremos comprender las dinámicas políticas y sociales que han llevado al surgimiento y consolidación de estos movimientos en diferentes contextos históricos. Lo haremos utilizando investigaciones empíricas que hemos realizado sobre la política brasileña contemporánea, así como la literatura clásica y moderna, principalmente marxista, sobre el fascismo clásico Comparación entre el fascismo clásico, el neofascismo y el bolsonarismo Inspirados por el trabajo de pensadores como Palmiro Togliatti y Nicos Poulantzas, defendemos la validez teórica de una definición amplia de fascismo, es decir, una definición que supera las particularidades del fascismo original, ya sea alemán o italiano (Poulantzas, 1971; Togliatti, 1978). Una gran parte de la literatura, tanto marxista como no marxista, rechaza tal idea. Pretenden vincular firmemente el concepto de fascismo a los movimientos liderados por Mussolini y Hitler y a las dictaduras establecidas en Italia y Alemania en el período de entreguerras - algunos autores incluso se oponen a la aplicación del mismo concepto para definir los movimientos y las dictaduras en Italia y Alemania. Otorgan a este fenómeno un tratamiento epistemológico bastante diferente al que atribuyen a otros fenómenos, como el fascismo, que se refieren a la forma de organización del poder político. Exploran conceptos como democracia, dictadura, monarquía, república y otros, moviéndose sin restricciones desde la Grecia Antigua y la Europa feudal hasta la Europa contemporánea, y de Europa a Asia y América. Tratan estos conceptos por sus características generales, sin considerar las formas específicas que adoptan en diferentes lugares y tiempos, pero se resisten a comparar a Jair Bolsonaro con Benito Mussolini.

En este mismo orden de ideas, Togliatti caracteriza el fascismo como un régimen político de masas y reaccionario, mientras que Poulantzas (1971) lo identifica como uno de los posibles regímenes políticos que pueden surgir dentro del Estado capitalista de excepción, los otros serían la dictadura militar y el régimen bonapartista. Como discutiremos a continuación, es posible integrar las definiciones proporcionadas por Togliatti (1978) y Poulantzas (1971). Comenzando con la definición de fascismo de Togliatti (1978), el cual afirma que cuando las contradicciones internas alcanzan un punto crítico esto lleva al desarrollo del fascismo, lo que resulta en la necesidad de la burguesía de eliminar las formas democráticas. Esta dinámica revela una profunda crisis, indicando la inminencia de una crisis revolucionaria que la burguesía intenta enfrentar. Sin embargo, es un error concluir que el agravamiento del movimiento fascista intensifica la crisis revolucionaria.

Debemos evitar caer en este razonamiento simplista, ya que la relación entre el avance del fascismo y la agudización de la crisis revolucionaria no es lineal. Empero, Togliatti (1978) todavia nos advierte sobre la tendencia a considerar la ideología fascista como algo sólidamente construido, acabado y homogéneo. La ideología fascista contiene una serie de elementos heterogéneos. Debemos tener esto en cuenta porque esta característica nos permite comprender el propósito de esta ideología. Su objetivo es unificar diversas corrientes en la lucha por la dictadura sobre las masas trabajadoras y crear, con este fin, un amplio movimiento de masas. La ideología fascista es un instrumento creado para mantener unidos estos elementos y nada se parece más a un camaleón que la ideología fascista. No se debe pensar en la ideología fascista sin considerar el objetivo que el fascismo se propuso alcanzar en un momento determinado con una determinada ideología. Por eso Togliatti (1978) afirma que a menudo se utiliza de manera imprecisa el término fascismo, confundiéndolo con reacción, terror, entre otros. Sin embargo, es importante destacar que el fascismo no se limita únicamente a la lucha contra la democracia burguesa. Debemos utilizar esta terminología solo cuando nos enfrentamos auna lucha que se desarrolla sobre una nueva base de masas, con características pequeño burguesas.

Por otra parte, de acuerdo con Poulantzas (1971), el primer problema que se plantea en el estudio del fascismo es su especificidad en relación con otras formas de régimen, como la dictadura militar y el bonapartismo, así como con otras formas de Estado capitalista.

En otras palabras, podemos definir una forma de Estado capitalista de excepción que engloba varias formas específicas de regímenes de excepción, como el fascismo, las dictaduras militares y el bonapartismo. De esta forma, Poulantzas (1971) aclara que el problema del Estado en la teoría marxista puede ser ejemplificado por las proposiciones hechas sobre la "forma crítica" del Estado capitalista, que es el Estado fascista. Destacaque los casos del  fascismo italiano y el nazismo alemán son tratados solo como ejemplos, no como modelos con los cuales se debe juzgar todo y cualquier fascismo. Busca establecer el concepto de Estado de excepción y sus formas de régimen, como el fascismo, la dictadura militar y el bonapartismo, haciendo hincapié especialmente en el concepto de fascismo, que, como cualquier concepto, es solo teórico. En esa misma línea de pensamiento, Poulantzas (1971) establece la posibilidad de una teoría del Estadocapitalista que explique sus formas diferenciales, no solo las grandes diferencias entre el Estado democrático parlamentario y el Estado de excepción, sino también las diferencias dentro del propio Estado capitalista de excepción. Estas diferencias entre el fascismo y la dictadura militar, exploradas de manera más sistemática en "La crisis de las dictaduras", son decisivas para la estrategia política a seguir, teniendo en cuenta las disparidades entre los regímenes políticos. Siendo así, un tema que unifica toda la discusión sobre el fascismo y la dictadura es la cuestión de las crisis: crisis económica, crisis política, crisis ideológica, crisis de hegemonía, crisis de Estado, entre otras. Poulantzas (1971) afirma que el Estado fascista es una forma de Estado "en crisis". ¿Cómo comprender las crisis políticas que están en el origen de la crisis generalizada de los aparatos represivos e ideológicos del Estado? El enfoque institucionalista, que reduce el fascismo a una vaga "crisis de las instituciones" del Estado democrático parlamentario, es problemático, ya
que no reconoce que "no son las instituciones las que determinan los antagonismos sociales, sino la lucha de clases la que guía los cambios en el aparato del Estado". Esta "crisis de las instituciones" es solo un efecto de ese proceso.

E al final, ¿qué son estas definiciones? Son definiciones que podríamos llamar teóricas y sintéticas, y no definiciones descriptivas como las que encontramos en muchos autores que abordan el tema. De hecho, es muy común que historiadores e intelectuales, motivados por el objetivo de llegar a una caracterización general del fenómeno, enumeren en una lista mayor o menor diversos atributos que caracterizarían al fascismo. En tales definiciones, no están claros los criterios teóricos a partir de los cuales se seleccionan uno u otro atributo, y no otros; no se sabe por qué se llega a cinco, diez o veinte atributos a ser retenidos en el concepto y nada se dice sobre lo que es principal y lo que es secundario.

Al final, el concepto así obtenido sirve muy poco como instrumento analítico, ya que cada fenómeno histórico considerado siempre presentará parte, y no la totalidad, de los atributos contenidos en el concepto. Por este motivo, tanto en la definición de Togliatti (1978) como en la de Poulantzas (1971), convergen en este punto, el fascismo es una dictadura cuyo régimen político es una dictadura reaccionaria de masas. Tanto para uno como para otro, un régimen de dictadura militar que, como tal, no tiene una base de masas mínimamente organizada, no es, como ambos señalan en los pasajes que citamos, una dictadura de tipo fascista, incluso si dicha dictadura se ha instituid, para combatir el movimiento obrero. Y Ahora añadamos algo importante que analizamos sobre Brasil. Es relevante destacar que, si el fascismo es ese régimen político, también debe denominarse fascista al movimiento social que lucha por la instauración de este régimen y la ideología que moviliza este movimiento y legitima la dictadura fascista. En Brasil, no tenemos una dictadura fascista, pero sí tenemos un movimiento y una ideología fascistas que, dentro de los límites establecidos por la correlación política de fuerzas existente, atentan contra la democracia burguesa y pueden, dependiendo de la dinámica coyuntural, llegar a la instauración de una dictadura de tipo neofascista en Brasil.

Ahora es fundamental realizar una primera desagregación o desarrollo de la definición  con la que partimos. La mencionada masa del "régimen político reaccionario de masas" no es una amalgama amorfa con una composición social al azar, sino más bien una masa predominantemente pequeñoburguesa en el fascismo original y mayoritariamente de clase media, como veremos en el neofascismo brasileño. Los estudios marxistas clásicos sobre el  fascismo original han resaltado el carácter pequeño burgués del movimiento.

Diversos autores marxistas respaldan y demuestran el carácter pequeñoburgués del movimiento fascista original mediante una amplia documentación y estadísticas de distintos tipos, como la geografía electoral y la composición de los partidos fascistas y nazis, entre otros. Además de los textos de Togliatti (1978) y Poulantzas (1971), es relevante mencionar, “el fascismo: La sombra negra de cien años de barbarie” de Gramsci (2019). Trabajando con otras problemáticas y teorías, también se respalda el carácter pequeño burgués del fascismo. Y si bien es cierto que el fascismo amplió considerablemente su base original, esta base precursora y principal se mantuvo y sigue siéndolo. Un elemento mencionado pero subestimado en los estudios marxistas clásicos es la presencia significativa en el movimiento y los partidos fascistas de aquel segmento social que décadas más tarde sería conocido como clase media.

Por consiguiente, podemos determinar que el fascismo, en su conjunto, es un movimiento de masas reaccionario arraigado en las clases intermedias de las formaciones sociales capitalistas. En su forma original, la base social del fascismo estaba compuesta mayoritariamente por pequeños propietarios, es decir, la pequeña burguesía. En contra posición, de los movimientos de masas brasileños del siglo XXI, la base social predominante está conformada principalmente por la denominada clase media, y más específicamente, por la alta clase media. Tanto en el fascismo original como en el neofascismo, los propietarios de tierras apoyaron activamente el movimiento desde sus inicios. Haciendo referencia a las ideas de Gramsci (2019), se puede establecer una comparación entre la Italia previa al fascismo y la situación actual en Brasil. En ese sentido, los propietarios de tierras se encontraban en una posición defensiva frente a las clases populares, viviendo bajo una constante amenaza de ocupación de sus propiedades por parte de los trabajadores. Esta situación generó una predisposición favorable hacia un movimiento que se opusiera a los intereses de los trabajadores y del pueblo en general, como es el caso del movimiento fascista. Por lo tanto, entre los distintos segmentos de la clase dominante, las asociaciones de propietarios rurales fueron pioneras en brindar apoyo a la candidatura de Bolsonaro. Asimismo, Gramsci (1981) menciona la existencia de dos facciones dentro del fascismo italiano desde sus inicios: una proveniente de la pequeña burguesía y otra impulsada por los propietarios rurales. De esta manera, es importante distinguir entre la clase social que organiza el movimiento y aquella que lo respalda y financia.

De igual manera, y considerando todo lo expuesto hasta el momento, se puede afirmar que el surgimiento del movimiento neofascista en Brasil y sus respectivas organizaciones tuvo lugar a raíz de las manifestaciones que respaldaron el proceso de destitución en 2015-2016. Estas manifestaciones, según los diversos estudios realizados, estuvieron mayoritariamente conformadas por individuos pertenecientes a la alta clase media.

Posteriormente, en 2017, las encuestas de intención de voto para la Presidencia de la República durante ese año revelaron que aquellos que apoyaban a Bolsonaro, cuando su candidatura apenas alcanzaba alrededor del 10% de las intenciones de voto, se caracterizaban por tener un alto nivel educativo y altos ingresos. Resulta relevante mencionar que los análisis de las encuestas de opinión llevados a cabo más recientemente, después de nueve meses de gestión de Bolsonaro, señalan que aquellos que se adhieren con mayor convicción al bolsonarismo se encuentran precisamente en ese segmento social (Prandi, 2019). Los datos de 2017 evidencian que la clase media fue la base social precursora del bolsonarismo, mientras que los datos de 2019 confirman que continúa  siendo su base más fiel.

Y según el artículo en portugués de Reginaldo Prandi (2019) el analiza las características demográficas y sociopolíticas de los principales seguidores del ex - presidente Jair Bolsonaro en Brasil, también conocidos como el "grupo intenso". Este grupo representa aproximadamente el 12% de la población mayor de 16 años y se destaca por su apoyo incondicional a Bolsonaro. Se identifican por haber votado por Bolsonaro en la segunda vuelta de las elecciones, por aprobar su gobierno y por confiar en sus palabras. Este grupo es considerado particularmente significativo porque proporciona una base social tangible que legitima a un presidente que desafía los principios de la democracia, ciudadanía, solidaridad y respeto al cargo que ocupa. El grupo está compuesto en su mayoría por hombres, con un 15% encuestados y un 10% de mujeres encuestadas, que forman parte de este grupo. A medida que aumenta la edad, también lo hace la proporción de seguidores dentro de cada grupo de edad: un 5% en el grupo de 16 a 24 años, un 9% en el grupo de 25 a 34 años, un 12% en el grupo de 35 a 44 años, un 16% en el grupo de 45 a 59 años y un 19% en el grupo de 60 años o más. La presencia de este grupo aumenta con el ingreso mensual del hogar medido en salarios mínimos. Incluye al 5% de los encuestados con un ingreso mensual de hasta dos salarios mínimos, al 15% con dos a cinco salarios mínimos, al 23% con cinco a diez salarios mínimos y al 25% con un ingreso superior a diez salarios mínimos por mes. En cuanto a la educación, el 12% tiene educación primaria como nivel máximo, el 11% tiene educación secundaria y el 16% tiene educación superior. En términos de raza, el 5% son indígenas, el 8% son negros y el mismo porcentaje son asiáticos, el 11% son mestizos y el 17% son blancos. El artículo sugiere que el perfil típico de este grupo se puede representar por un hombre blanco maduro, con formación académica media-alta y perteneciente a una alta clase social media.

En este caso, la ideología fascista de clase media-alta o pequeña burguesa presenta una crítica peculiar, pero con tintes conservadores. Mientras Poulantzas (1971) la describe como un "anticapitalismo del statu quo", Togliatti (1978) alude, en ocasiones de manera inapropiada, a la "demagogia fascista". El fascismo original, desde su perspectiva conservadora como pequeños propietarios, cuestionaba al gran capital, a los especuladores y a los financieros. En contraste, el neofascismo brasileño, predominantemente conformado por la clase media, dirige su crítica hacia la corrupción y la "vieja política" adoptando una perspectiva conservadora y "moralista". Asimismo, desde una postura autoritaria, se enaltece la concentración del poder en el Ejecutivo y se propugna por el debilitamiento de la política parlamentaria, poniendo así en riesgo la democracia burguesa.

El enfoque crítico del discurso fascista y neofascista tiene la capacidad de ejercer, de diferentes maneras, un impacto popular que va más allá de su origen de clase. Sin embargo, es necesario evitar dos errores en este análisis. El primer error radica en suponer que el fascismo penetra indiscriminadamente en todas las clases sociales, tanto populares como dominantes, lo que nos llevaría a descuidar la importancia de la división de clases al analizar el fenómeno fascista. Por eso, se hace fundamental comprender que el fascismo no es una fuerza homogénea que afecta de manera igual a todas las clases sociales. Sus raíces y su atractivo están influenciados por factores complejos, que incluyen cuestiones económicas, políticas y sociales específicas de cada contexto histórico. Además, el segundo error es presumir que todos los individuos son pasivos y fácilmente influenciables, sin considerar la agencia y la resistencia que pueden surgir dentro de cada clase social frente al fascismo. Por lo tanto, al analizar el fenómeno fascista, es necesario adoptar un enfoque más cuidadoso y contextualizado, que tenga en cuenta las dinámicas de clase, las condiciones sociales e históricas, así como las motivaciones individuales y colectivas que moldean la adhesión o el rechazo al fascismo. Ya en Brasil, el neofascismo que ha surgido dentro de la alta clase media logró obtener apoyo en segmentos populares a lo largo del año 2018. Aunque este apoyo fue tardío y aparentemente volátil, según indican las encuestas de evaluación del gobierno de Bolsonaro, se observó una disminución en la aceptación en estos mismos segmentos populares (Prandi, 2019). No obstante, este apoyo fue suficiente para que Bolsonaro resultara victorioso en las elecciones presidenciales de 2018.

Así mismo, se puede decir que nos encontramos ante un movimiento de masas compuesto principalmente por la alta clase media y la pequeña burguesía brasileña, caracterizado por su naturaleza reaccionaria y cuyo principal objetivo político es suprimir el pensamiento y los movimientos de izquierda. En el contexto del fascismo original, la izquierda estaba representada por los partidos obreros de masas, como el partido socialista y el partido comunista, que abogaban por la transición hacia el socialismo. Ante esta intensa polarización política, el movimiento fascista imitó conscientemente a los comunistas y socialistas, organizándose como un partido de masas. Y de esta forma, en el neofascismo brasileño, se dirige la atención hacia el movimiento democrático y popular como el enemigo a combatir, al considerarlo guiado por un reformismo superficial y carente de una organización partidaria de masas. En este nuevo contexto de polarización política moderada, el neofascismo Brasileño ha encontrado satisfacción en la agitación en las redes sociales con las llamadas “Fake News” desinformando y manteniendo activa las paranoias de algunos de sus seguidores, así como el respaldo de las iglesias pentecostales y neo-pentecostales con la que han establecido una sólida conexión con la población de bajos ingresos con la promesa de luchar por la divina familia, valores tradicionales y la salvación espiritual, y por último la realización de manifestaciones callejeras ocasionales llamadas de “motociatas” con única intención de mostrar fuerza para mantener la pasión por la figura del líder carismático y de esa forma mantener la pasión de sus seguidores más fieles, tal cual Mussolini y Hitler en sus épocas. Siendo que, el neofascismo utiliza como importante herramienta ideológica el nacionalismo bolsonarista, que se centra en promover la idea de una supuesta homogeneidad de la sociedad nacional como un valor supremo. Esta homogeneidad, presentada de manera contradictoria como existente pero también como un objetivo a alcanzar, es señalada como amenazada por los movimientos y valores de la izquierda, como la lucha por la tierra, los derechos laborales, la igualdad de género, la defensa del medio ambiente y los derechos de las comunidades LGBT, afrodescendientes e indígenas. Según esta perspectiva, la lucha democrática y popular
sería percibida como algo externo a la nación, poniendo en riesgo su pretendida cohesión interna. Además, se plantea la hipótesis de que otros elementos, como la crítica conservadora a la economía y al Estado capitalista, el temor a una supuesta disolución de la sociedad debido a la propagación de valores considerados disolventes, el apego a tradiciones, el activismo político, la glorificación de la violencia y el irracionalismo, se encuentran articulados con la naturaleza de clase pequeñoburguesa y/o alta clase media, en el contexto de una crisis que es percibida como un agravamiento del conflicto de clases. No obstante, en un régimen fascista, la pequeña burguesía y la clase media siguen desempeñando un papel político activo bajo el gobierno y régimen fascista, aunque su participación se limita a ser una clase de apoyo. Según Poulantzas (1971), esta clase constituye la base de sustento para un régimen político determinado por motivos ideológicos, sin que necesariamente se vean reflejados sus propios intereses en las decisiones del gobierno (Poulantzas, 1971). Es importante destacar que, contrariamente a lo esperado, los estudios sobre el fascismo original revelan que la pequeña burguesía fue una de las principales perjudicadas por las políticas económicas favorables al gran capital (Poulantzas, 1971). Y siendo así, podemos afirmar que el fascismo no surge únicamente como resultado de una crisis coyuntural. Los estudiosos del fascismo original han señalado aspectos como el proceso de unificación tardía de Alemania e Italia, la posición intermedia de estos países en la cadena imperialista y la persistencia de instituciones e ideologías feudales como elementos de larga duración que propiciaron el surgimiento del fascismo. En Brasil, el pasado reciente de esclavitud, los cambios políticos impulsados desde arriba, como en 1930 y 1985, la inestabilidad del régimen democrático, la tradición del pensamiento autoritario y la notable presencia de la clase media como una fuerza social distinta en la historia política nacional han contribuido de diversas formas a la configuración del contexto histórico que favoreció el surgimiento del neofascismo. Gramsci (2019) destaca un elemento social de larga duración y relevancia en la explicación del surgimiento del fascismo en Italia: la violencia arraigada en la sociedad italiana. Y si partimos del análisis realizado por Poulantzas (1971) sobre la crisis política que dio origen al fascismo original, podemos encontrar similitudes con la crisis política que dio origen al neofascismo en Brasil, aunque cada una tiene sus particularidades. En Italia y Alemania, la crisis política resultó en la llegada de gobiernos controlados por el partido fascista, en alianza con partidos burgueses, y posteriormente en el establecimiento de una dictadura fascista. Este proceso fue gradual y prolongado en Italia, mientras que fue más concentrado y rápido en Alemania. En Brasil, hasta el momento, existió un gobierno con una fuerte influencia fascista que aun después de perder las recientes elecciones presidenciales amenaza la democracia a través de medidas y discursos autoritarios.

Conclusiones

En resumen, podemos decir que tanto el fascismo clásico como el neofascismo presentan características distintivas. El fascismo clásico, surgido en el siglo XX en países centrales, fue un movimiento reaccionario de masas conformado principalmente por la pequeña burguesía. Su objetivo era combatir el movimiento obrero socialista y comunista, y se caracterizó por una crítica conservadora hacia la economía capitalista y la política parlamentaria. A medida que llegó al poder, fue cooptado por el gran capital.

Por otro lado, el neofascismo surgió en el siglo XXI, y en el caso de Brasil, como un movimiento reaccionario de masas conformado mayormente por la alta clase media. Su objetivo es atacar al movimiento democrático y popular, aunque en la actualidad no existe un movimiento socialista y comunista de masas en Brasil. Su crítica conservadora, proveniente de la clase media, se enfoca en la corrupción y la política democrática. Este movimiento ha sido cooptado por el capital financiero internacional y por una fracción de la burguesía brasileña que se integra a él, ya que no existe una burguesía nacional expansionista en el país. Es importante destacar que ambos movimientos sirven a distintas fracciones de la burguesía, pero mantienen su autonomía y no se dejan manipular fácilmente.

En relación a nuestra tarea de analizar la dinámica de una crisis política en un régimen democrático que puede desencadenar la aparición de un gobierno fascista o una dictadura fascista, hemos utilizado las ideas de Nicos Poulantzas, Antonio Gramsci y Palmiro Togliatti para explicar el surgimiento del neofascismo en Brasil con el movimiento Bolsonarista. En toda crisis política, el agravamiento de los conflictos de clase y su impacto en las instituciones estatales son aspectos cruciales a considerar. Aunque el tipo de conflicto de clase y su manifestación en las instituciones pueden variar en cada situación de crisis, existen elementos clave que distinguen la crisis previa al fascismo.

Estos incluyen la crisis de hegemonía en el bloque dominante, la crisis de representación de los partidos burgueses, la derrota del movimiento obrero y popular que, a pesar de ello, continúa activo, y la formación de una clase media como fuerza social activa y reaccionaria. En suma, hemos buscado proporcionar algunos elementos para comprender la dinámica de una crisis política previa al fascismo, destacando los factores clave que la caracterizan.


Referencias bibliográficas


GRAMSCI, A. Cuadernos de la cárcel. Traducción de Ana María Palos. México: Ediciones Era, 1981, 1999.

GRAMSCI, A. El fascismo: La sombra negra de cien años de barbarie. Altamarea, 2019.


TOGLIATTI, P. Lições sobre o fascismo. Traducción de Maria Tereza Lopes Teixeira. Sao Paulo: Libraría Editora Ciencias Humanas, 1978.


POULANTZAS, N. Fascismo y dictadura: la tercera internacional frente al fascismo. Ciudad de México: Siglo Veintiuno Editores, 1971.


POULANTZAS, N. Poder político y clases sociales en el estado capitalista. Ciudad de México: Siglo XXI Editores, 1969.       

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