En el panorama cinematográfico latinoamericano, “Fresa y Chocolate” emerge como una película capaz de capturar la complejidad de la sociedad cubana en un momento de transición. Dirigida por Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío, esta se convirtió en un ícono cultural, no solo por su valiente exploración de temas como la sexualidad, la política y la identidad, sino también por su capacidad para entrelazar estos elementos en una narrativa emotiva y profundamente humana.
La trama del filme se desarrolla en la Cuba de la década de 1970, un periodo caracterizado por un contexto político y social particularmente complejo. Políticamente el país estaba bajo el gobierno revolucionario liderado por Fidel Castro, quien había llegado al poder en 1959 y se encontraba en un periodo de acercamiento a la Unión Soviética, lo que le llevó a formar parte del bloque comunista en medio de la Guerra Fría. Este alineamiento político tuvo implicaciones significativas tanto a nivel nacional como internacional, y moldeó las políticas internas para la sociedad cubana. En el ámbito social se enfrentaban desafíos importantes. A pesar de los esfuerzos por construir una sociedad más igualitaria y justa, existían tensiones y conflictos relacionados con la discriminación, la sexualidad y la libertad de expresión.
Según Gonzalo Aguilar en su texto “El pueblo como lo real” desde los inicios de su historia, el cine ha estado intrínsecamente ligado a la relación con las masas y el pueblo. Sin embargo en el cine latinoamericano hubo un auge que fue radicalmente diferente a todo lo que se había visto anteriormente. Más que dirigirse al corazón o la inteligencia del espectador, apuntaba a mover su voluntad, especialmente su voluntad política para transformar la realidad. Este tipo de cine no se conformaba con la mera representación; en lugar de ello, buscaba activamente involucrar al pueblo como un agente de cambio. El pueblo no era sólo el destinatario del filme, sino un actor activo que intervenía en todos sus aspectos. En este filme podemos ver cómo la obra desafía las convenciones tradicionales del cine y aborda de manera directa temas políticos y sociales. A través de la relación entre Diego, el artista homosexual, y David, el militante comunista, la película no solo retrata la realidad cubana de la época, sino que también invita al espectador a reflexionar y actuar frente a la discriminación y la opresión. En lugar de limitarse a representar la realidad, “Fresa y Chocolate” busca activamente lograr la involucración del que la ve en un diálogo sobre la identidad, la amistad y la lucha por la libertad en un contexto político y social complejo. De esta manera, la película se alinea con la idea del cine como una herramienta para la acción y la transformación, más que simplemente como un medio de representación pasivo.
Ambientada durante el “quinquenio gris”, un periodo de rigidez en las expresiones culturales en Cuba, se enfrentan las persecuciones y purgas que marcaban a la minoría homosexual. A través del personaje de Diego se critica el trato injusto a las personas pensantes y con ideas propias, sugiriendo paralelismos con la situación de Cuba en el mundo. Diego, como símbolo de la situación injusta de Cuba, representa la patria con su valor patriótico y su extensa cultura. A través del personaje de David se representa un por ciento de la sociedad adoctrinada a las ideas del gobierno revolucionario, representando la falta de conocimiento cultural, la inocencia, la poca información sobre el contexto internacional, la conformidad con los valores rígidos de la revolución y el silencio de gran parte del pueblo cubano de la época.
La película rinde homenaje a la cubanía, rescatando nombres olvidados de la literatura cubana como José Lezama Lima y valorando la música y la belleza de la ciudad de La Habana. El filme de Gutiérrez Alea y Tabío busca integrar la identidad nacional cubana, trasladando los monólogos y el discurso textual del cuento en el cual está inspirado, “El lobo, el hombre y el bosque”, escrito por Senel Paz, a diálogos y a una puesta en escena intimista. Se destacan aspectos culturales que reflejan el nacionalismo cubano, la expresión musical adquiere un valor exclusivo que emociona al espectador, mientras que La Habana se convierte en un escenario central que resalta la dimensión emotiva de la historia Durante todo el filme se van planteando preguntas sobre la vida bajo un régimen opresor, invitando al espectador a reflexionar sobre cánones establecidos en la época. Se discuten temas tabúes como la religión, la prostitución, las relaciones con el exterior específicamente con Estados Unidos. Inclusive podemos decir que el filme en su conjunto surge como una adaptación híbrida y periférica que trasciende las fronteras nacionales y se convierte en un espejo de la situación de muchas dictaduras latinoamericanas.
Podemos concluir que “Fresa y Chocolate” no solo presenta una historia de amistad entre dos personajes aparentemente opuestos, sino que también sirve como un relato de aprendizaje y transformación. El proceso de evolución del protagonista David, desde un pensamiento dogmático hacia una visión más matizada y tolerante, refleja un viaje iniciático que lo lleva a cuestionar sus creencias y a abrirse a nuevas perspectivas. La película, en su estructura demostrativa y didáctica, muestra cómo cada encuentro y experiencia de David con Diego contribuye a su crecimiento personal y a su comprensión de la realidad cubana. A medida que se desarrolla la trama, David descubre la marginalidad de Diego, quien se convierte en un símbolo del exilio interior, tanto por su homosexualidad como por su crítica a la Revolución. La relación entre ambos personajes se transforma en un proceso de iniciación, donde Diego actúa como guía que abre los ojos de David a una nueva forma de entender el mundo.
En última instancia, “Fresa y Chocolate” actualiza el modelo estructural de los cuentos de hadas, donde el viaje del héroe implica no solo enfrentarse a desafíos externos, sino también a conflictos internos y a la búsqueda de la verdad. La película ofrece una mirada íntima y conmovedora a la complejidad de la identidad cubana y al proceso de crecimiento individual en un contexto político y social tumultuoso. “Fresa y Chocolate” es mucho más que una simple alegoría nacional; es una reflexión profunda sobre la identidad, la amistad y la libertad en un contexto político y social complejo. Su capacidad para emocionar y provocar la reflexión del espectador lo convierte en un clásico del cine latinoamericano que sigue resonando en la actualidad.
REFERÊNCIAS
AGUILAR GONZALO. Más allá del pueblo: imágenes, indicios y políticas del cine. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2015. 358 p.
THIBAUDEAU, Pascale. Del chocolate a la fresa, del exilio interior a la expatriación: las etapas de un doble recorrido iniciático en Fresa y chocolate de Tomas Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío. Amérique Latine Histoire et Mémoire. Les Cahiers ALHIM, [S. l.], n. 23, p. 10, 06 sep. 2012.
RESTOM, M. Los intertextos narrativos de "El lobo, el bosque y el hombre nuevo" y Fresa y chocolate. Folios, [S. l.], n. 23, p. 61–69, 2006